“Desde hace mucho tiempo se ha tratado de desinstitucionalizar la patología mental y que el paciente psiquiátrico pueda formar parte de la sociedad, sin embargo, sigue habiendo muchos prejuicios también entre los propios profesionales de la salud”, dice Nagore Izaguirre, residente en el Hospital Universitario de La Princesa. Durante su visita a los Desayunos Informativos de MedLab Media Group, la psiquiatra ha reflexionado sobre esos “pequeños detalles” que demuestran “la dificultad de muchos compañeros para tratar a estos pacientes”.
Los médicos de especialidades distintas a la Psiquiatría tienen más contacto con pacientes psiquiátricos de lo que podría suponerse, ya que su condición mental suele estar asociada a otras enfermedades que recortan la vida. “Es muy normal que el paciente psiquiátrico arrastre malos hábitos; muchos son fumadores o tienen otras adicciones”, ejemplifica la invitada. A pesar de los problemas de salud que esto conlleva, cuando acuden al hospital “no se les atiende igual”.
“Lo he visto entre mis compañeros”, lamenta Izaguirre, “es fácil tender a pensar que el paciente psiquiátrico está somatizando un dolor de tripa o que quiere llamar la atención o, simplemente, resulta molesto en planta porque es más demandante”. El reclamo continuo de algunos pacientes puede confundirse con necesidad de protagonismo; sin embargo, “puede ser que no esté durmiendo bien, que no entienda del todo lo que está pasando o, por ejemplo, que tenga una esquizofrenia y le altere cambiar su ambiente habitual por una cama de hospital”.
No es el único sesgo al que se enfrentan los pacientes psiquiátricos: el sexo también puede influir en la valoración y decisiones del especialista. “De una mujer se oye muchísimo más que va quejándose, pero rara vez vas a oír que ese hombre es un histérico”, ejemplifica la doctora, “por algo la palabra histérica viene de útero; se pensaba que la patología mental era algo de la mujer que venía directamente de su aparato reproductor”. Según las cifras que maneja la psiquiatra, en población infantil, el paciente psiquiátrico es sobre todo varón, mientras la población adulta es predominantemente femenina.
«Se ha abusado de la contención»
Muchos de estos prejuicios se han reflejado, por ejemplo, en el uso y abuso de la contención mecánica. “Decir que las contenciones nunca son necesarias es irreal, pero también es cierto que, hasta ahora, se ha abusado de ellas”, opina la psiquiatra, que prefiere intentar otro tipo de abordajes, incluido el farmacológico. “Las contenciones son desagradables, tanto para el paciente como para nosotros mismos”, asegura la Izaguirre, quien se declara a favor de utilizarlas “las menos veces” y “en casos de grave riesgo para el paciente o el personal”.
En este sentido, admite, los auxiliares y el personal de enfermería son los más expuestos. “Me han insultado mucho, pero nunca agredido”, confiesa la doctora, “el psiquiatra no pasa las 24 horas de su guardia en la planta, ni hablando con el paciente; si hay alguna urgencia me llaman pero los que pulsan la alarma son ellos”. Cada vez son menos los centros que recurren a la contención en estos casos y, los pocos que lo hacen, cuentan con estrictos protocolos al respecto y personal de seguridad. “Los vigilantes funcionan bien, al menos en mi hospital”, asegura la psiquiatra, que reitera la importancia de “sentirse segura para poder ofrecer la mejor atención”.