“Para que un tratamiento de desensibilización tenga éxito, es importante que los pacientes sean tratados exactamente con la sustancia que induce la reacción”, explica el alergólogo y autor principal del estudio, Simon Blank, en declaraciones a la revista Allergy. Sin embargo, existen infinitas variantes de veneno de véspido.
En consecuencia, los pacientes reciben inoculaciones constantes de los alérgenos, en concentraciones crecientes y durante varios años, para acostumbrar poco a poco al cuerpo a diferentes variantes de veneno de insecto, aunque, probablemente, el enfermo no sea alérgico a todas ellas. “A menudo son tratados innecesariamente contra demasiados venenos”, aclara Blank.
El escenario ideal para estos pacientes sería poder determinar exactamente la especie que le causa problemas y actuar únicamente frente a ella, utilizando así un tratamiento más personalizado. Para ello, el equipo de científicos ha producido en células modificadas los componentes alergénicos específicos de 7 especies de insectos. Después, examinaron la interacción entre alérgenos y anticuerpos en 63 muestras de sangre de diferentes pacientes.
“Tras varios test, hemos podido determinar el veneno exacto que causa la reacción alérgica en cada paciente”, confirma el autor. Los resultados llegan en el momento adecuado si se tiene en cuenta que estos insectos cambian su dieta a finales de verano y se acercan más a las poblaciones humanas en busca de alimentos azucarados.
Además, el cambio climático está afectando a las migraciones de avistas, lo que puede suponer la introducción de nuevos venenos en las diferentes zonas geográficas. “Recientemente nuestros colegas de Aquisgrán avistaron una Polistes dominulus, o avispa de papel, que pertenece a la región mediterránea”, ejemplifica el alergólogo, “si estos ‘vecinos’ siguen propagándose será una ventaja contar con una prueba que podría identificar inequívocamente y de antemano el veneno de activación”.