Según informa la agencia EFE, la científica estudió el papel de las proteínas HDAC5 y SIRT2 dentro de la epigenética en los trastornos depresivos. El trabajo demostró que el estrés crónico provoca un aumento de la primera en las células de la corteza prefrontal del cerebro de ratones a los que se había inducido depresión.
“En los modelos animales esta proteína favorece la condensación del ADN de las células y limita la síntesis de algunos genes, lo que contribuye al estado depresivo”, comenta Erburu.
Además de demostrar la relación entre el estrés crónico y la depresión, se ha encontrado “que los antidepresivos, al elevar los niveles de serotonina y la noradrenalina, contrarrestan este efecto”, añade la investigadora, cuyo trabajo ha demostrado también un incremento de SIRT2 en la corteza prefrontal de un modelo de depresión en ratones y de pacientes deprimidos postmortem.
Esto, según la especialista, confirma que “el tratamiento crónico con antidepresivos reduce marcadamente esta proteína en el modelo animal, aunque son necesarios estudios más completos en pacientes”.
De acuerdo con Erburu, la depresión es “el trastorno afectivo más común y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye también una de las principales causas de discapacidad debido a su impacto funcional, su tendencia la cronicidad y su recurrencia, que impiden a quienes la sufren afrontar la vida diaria, ya que deteriora el área social y laboral de los enfermos”.
“Como consecuencia, tiene un gran impacto económico, tanto en el sistema sanitario como en la propia sociedad”, apunta la investigara, según la cual en la actualidad se sabe que esta patología constituye uno de los principales factores de riesgo de suicidio, “causa de muerte de casi 60.000 personas al año en la Unión Europea, muy por encima de las muertes por accidentes de tráfico”.