La prueba, que costaría menos de un dólar por muestra, está basada en la espectrometría de masas, “una tecnología que está disponible en la mayoría de los hospitales. Esto implica que podría ponerse en marcha de manera rápida y barata lo que, potencialmente, podría tener un impacto rápido en la lucha contra la resistencia a los antibióticos”, asegura Larrouy Maumus, investigador del estudio.
Los investigadores estudiaron 134 cepas distintas de las bacterias Escherichia coli y Klebsiella pneumonia. Actualmente, están trabajando con Imperial Innovations, perteneciente al ICL, con el objetivo de patentar la técnica de identificación de estas bacterias y desarrollarla para su uso generalizado en los laboratorios de los hospitales. Asimismo, la prueba podría utilizarse en animales, pues se sabe que estos tienen niveles altos de resistencia a la colistina.
“La detección rápida de la resistencia a la colistina tendrá un valor enorme en la asistencia sanitaria. Esto permitirá realizar intervenciones tempranas para controlar la transmisión de los patógenos, proteger a los pacientes y mejorar la gestión individual del paciente”, comenta Alison Holmes, profesor de enfermedades infecciosas y autor del estudio.
Los investigadores aseguran que, además de los avances que podría suponer esta prueba en la salud, esta forma de detección tiene un gran potencial en la agricultura y en la producción de carne. Discriminar los mecanismos de resistencia a la colistina mejoraría la comprensión del aumento de la resistencia antibiótica y permitiría retener la enfermedad tanto a nivel local como a nivel mundial.