La vigilancia activa prolonga la vida de los afectados de cáncer de próstata más que la espera vigilante, según concluye un estudio de investigadores de la Universidad de Nueva York, Johns Hopkins Medical Institutions (ambos en Estados Unidos) y la University for Health Sciences, Medical Informatics and Technology de Hall i.T (Austria). Los resultados se han publicado en European Urology.
De acuerdo con los autores, cada vez más hombres con cáncer de próstata se están controlando de forma conservadora. Sin embargo, no hay ensayos aleatorizados ni consenso respecto a la estrategia de seguimiento óptima del cáncer de próstata localizado. Una de ellas es la espera vigilante, sin intención curativa, y otra es la vigilancia activa, que incluye pruebas periódicas para conocer la progresión de la enfermedad y ofrecer tratamiento con intención curativa.
El objetivo del trabajo era comparar la esperanza y la calidad de vida de los pacientes sometidos a vigilancia activa o a espera vigilante. Se creó un modelo Markov para hombres estadounidenses con más de 50 años que hubieran sido diagnosticados de cáncer de próstata localizado y se hubiera optado por un tratamiento conservador con vigilancia activa o espera vigilante con distintos protocolos de seguimiento:
- PSA cada 3-6 meses.
- Biopsia cada 1-5 años.
- Resonancia magnética.
Todas las estrategias de vigilancia activa se tradujeron en más años de vida en comparación con la espera vigilante. En el caso del seguimiento mediante biopsia, se observó que extender el intervalo de vigilancia de 1 a 5 años redujo ligeramente los años de vida, con una diferencia de 0,26 años de vida ajustados a la calidad de vida. El riesgo de muerte por cáncer de próstata y por metástasis fue de 5,42 y 6,40% para vigilancia activa y de 8,72 y 10,30% para espera vigilante.
Basándose en los resultados del estudio, los investigadores concluyen que la vigilancia activa prolonga la vida de los pacientes más que la espera vigilante, sobre todo en hombres con características de mayor riesgo, “aunque esto se ve parcialmente compensado por la disminución en la calidad de vida, ya que al final muchos hombres reciben tratamiento”.