Según ha informado la universidad, durante el experimento se administró dietil-nitrosamina, un compuesto químico cancerígeno, a un modelo de rata para inducirle cáncer de hígado. A un grupo de animales, además, se le suministró hesperidina, una molécula que está presente en la cáscara de algunos cítricos y que se cree que tiene un papel defensor de las plantas.
De acuerdo con la investigadora Zahira Fernández Bedmar, en aquellas ratas que habían ingerido hesperidina se redujo la aparición de nódulos casi a cero, “como si no hubieran ingerido el carcinógeno”.
El trabajo surgió del estudio de la metilación global del ADN de células de leucemia en diferentes secuencias repetitivas (LINE-1, ALU-M2, SATα y SAT-2), un proceso químico mediante el cual algunos supresores tumorales se inactivan, permitiendo así la división de las células de manera descontrolada.
Los resultados muestras que la hesperidina es capaz de inducir una reducción de hasta un 50% de los niveles de metilación sobre las secuencias repetitivas LINE-1 y de hasta un 32% en el caso de ALU-M2; esto, aseguran, da pistas sobre la utilidad de este flavonoide como herramienta potencial en quimioprevención y quimioterapia.
Según los autores, lo interesante es que, a diferencia de otras sustancias como la decitabina, la hesperidina no es tóxica ni tiene efectos secundarios. Pese a ello, reconocen que es necesario realizar ensayos clínicos que determinen hasta qué punto los resultados son extrapolables a humanos.
Además de Fernández Bedmar, en la investigación han participado Ángeles Alonso Moraga y Jaouad Anter, todos del Departamento de Genética, y Juana Martín de las Mulas, Yolanda Millán Ruíz y Silvia Guil Luna, del Departamento de Anatomía y Anatomía Patológica Comparadas.