El equipo optó por una cirugía toracoscópica de mínima invasión, en la que se practicó una ablación de la zona responsable de la arritmia con radiofrecuencia. Posteriormente, cerraron la orejuela con un dispositivo.
La toracoscopia consiste es una cirugía de tórax que se realiza por medio de unos pequeños conductos llamados trócares, que evitan tener que practicar una incisión, y que se pueden visualizar gracias a una cámara de televisión interna. Esta cirugía reduce el tiempo de recuperación debido a que la cicatrización es más rápida y existe menos riesgo de complicaciones.
La ablación de la orejuela provoca una quemadura en la zona que origina la arritmia para, posteriormente, implantar un dispositivo externo que excluye esta zona de la circulación, lo que evita así posible posibles embolias cerebrales.
La cirugía toracoscópica ya se había aplicado en otro tipo de intervenciones como son la cirugía de resección pulmonar, utilizada para corregir el exceso de sudoración en las manos, la corrección de hernias diafragmáticas o de las anomalías del esófago. Sin embargo, es la primera vez que se realiza en una intervención cardiaca.
Este servicio de cirugía ha puesto en marcha un programa de formación para los cirujanos en esta técnica aplicada a la cirugía cardiaca tanto de niños como de adultos.