El envejecimiento celular arroja nuevas líneas de investigación gracias a las moscas de la fruta. Según informan desde la agencia EFE, las células madre productoras de semen usan un truco genético que las hace ser eternamente jóvenes, tal y como aseguran desde el Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Michigan.
Algunas partes concretas del genoma de la mosca de la fruta se acortan con el tiempo, pero las células reproductivas son capaces de reparar la reducción genómica, la que podría ocultar aspectos del envejecimiento celular y las formas en las que las células pueden superarlo. Los científicos se concentraron en los genes más representativos codificados en el ADN.
Desde este instituto biológico estadounidense informan de que estos genes son los encargados de transportar las indicaciones a las partes que crean el ribosoma, es decir, la maquinaria celular que convierte las moléculas de ARN en aquellas proteínas que necesita el cuerpo humano para desempeñar sus funciones.
En el caso concreto de la mosca de la fruta, las cadenas formadas por genes de AND ribosomal están en los cromosomas X e Y. “A diferencia de los jóvenes machos de la mosca de la fruta, los machos viejos tienen genes cortos de ADN ribosomal en el cromosoma Y, lo que los deja con un cromosoma reducido”, explica la agencia EFE.
Nuevo enfoque para el envejecimiento
La escasez de ADN ribosomal pasa de generación en generación. Las moscas de la fruta más mayores (40 días de vida) transmiten el número reducido de genes de ADN a sus hijos. Estos tienen copias menores de los genes del ADN ribosomal que las crías nacidas de padres con más días de vida.
Los científicos se sorprendieron porque, en bastantes casos, la pérdida del ADN ribosomal se revertía. A los 10 días, aproximadamente, las crías nacidas de los padres mayores recuperaban el suficiente ADN como para logar el nivel de las crías nacidas de padres jóvenes. Los resultados de la investigación demuestran que el rejuvenecimiento del ADN en las crías podría ser un aspecto importante del modo en que las células madre perduran de padre a hijo.
De momento, solo se ha observado este fenómeno en las levaduras, pero si los resultados son verdaderos para los humanos, podrían ofrecer un nuevo planteamiento del modo en que la mayor parte de las células se deterioran con el paso del tiempo.