Las conclusiones, publicadas en Frontiers in Psychology, dicen que los jugadores habituales no tienen menos empatía que los demás a largo plazo. Otras investigaciones anteriores aseguraban que, a corto plazo, aquellas personas que pasaban mucho tiempo delante de una consola podían reducir sus estímulos hacia la violencia y mostrarse más agresivos.
Gregor Szycik, autor principal del estudio, explicó que muy pocas investigaciones habían analizado los efectos a largo plazo. “Nosotros nos planteamos hacerlo debido a la creciente popularidad y calidad de estos juegos y porque en nuestro trabajo clínico nos encontramos con cada vez más pacientes que hacen un uso problemático y compulsivo de ellos”, declaró el autor a la agencia SINC.
El estudio se llevó a cabo con hombres voluntarios que habían estado jugando al Call of Duty o Counterstrike, al menos, 2 horas diarias durante 4 años, aunque la media rondaba las 4 horas diarias. Los voluntarios se compararon con un grupo de control, que no era jugador habitual de juegos violentos, y se detectó que tenían la misma respuesta neural ante imágenes provocativas que los jugadores.
A los voluntarios se le sometió a fMRI mientras se les mostraban imágenes pensadas para provocar una respuesta emocional y de empatía. Según surgían imágenes, se les pedía imaginar cómo se sentían. Mediante un escáner, los investigadores medían la activación de ciertas regiones del cerebro para poder comparar las respuestas de los jugadores y no jugadores.
Aunque el propio equipo considera que hay que investigar más, los resultados sorprendieron a los autores, quienes pensaban que el efecto negativo de los videojuegos violentos era más que evidentes. Esto puede ser así, según se desprende del estudio, a corto plazo; a largo plazo no se ha demostrado que afecten al comportamiento humano.