Sergio Baranzini, investigador de la Universidad de California, asegura que el factor genético “es importante, pero los factores medioambientales deben de tener un papel fundamental”. Tal es el caso de los gemelos idénticos que, a pesar de que comparten la misma herencia genética, solo ambos padecen esclerosis múltiple en un 35% de los casos, asegura el experto.
Los numerosos estudios que demuestran que los microbios intestinales podrían modificar las funciones del sistema inmunológico sugirieron a Baranzini la idea de que estos podrían estar relacionados con la progresión de la enfermedad. Según señala el investigador, el intestino es “la conexión más íntima entre el mundo interior y el sistema inmunitario”.
Los investigadores buscaron bacterias comunes entre los pacientes con esclerosis múltiple y, posteriormente, buscaron cómo estas podían influir en el sistema inmunológico y en su ataque a la mielina. Así descubrieron que las bacterias Akkermansia muciniphila y Acinetobacter calcoaceticus eran más frecuentes en estos sujetos y promovían respuestas inmunológicas inflamatorias.
Los Parabacteroides distasonis fueron las bacterias que presentaban en una menor proporción. Estos microorganismos se encargan de reducir la inflamación, según explican los expertos. Al reemplazar el microbioma de ratones saludables con el microbioma de sujetos con esclerosis múltiple, se produjo una pérdida de células inmunorreguladoras que desembocó en una degeneración neuronal. Los resultados sugieren que los microbios intestinales “podrían contribuir a la progresión de la esclerosis múltiple” por sí solos.