Los científicos del Institut d'Investigació Biomèdica de Girona Dr. Josep Trueta (Idibgi) seleccionaron a 40 personas, 20 de las cuales recibieron metformina y otras 20, placebo, además de una dieta hipocalórica. Todos ellos tuvieron un seguimiento de 2 meses. Tras 6 meses, los pacientes recibieron un tratamiento basado en metformina.
Para complementar los resultados, el estudio se comparó con otros experimentos realizados en animales en la University of Gothenburg (Suecia). En este último estudio se observó que la microbiota intestinal de los ratones tratados con metformina era la encargada de que se produjese la reducción de la glucemia.
Según indican los investigadores en una nota de prensa, la metformina indujo la proliferación de los mismos microorganismos que eran más abundantes en la microbiota de los sujetos sanos. Esto demostró que los efectos son similares in vivo e in vitro, y que no dependen de otros factores interrelacionados con el cuerpo.
Los investigadores consideran que la proliferación de estas bacterias podría ser beneficiosa para el desarrollo de nuevos tratamientos para la diabetes tipo 2 y la obesidad, entre otras patologías. De esta manera, los tratamientos podrían conseguir los mismos efectos que la metformina, mediante la modificación de la microbiota intestinal, pero sin los efectos secundarios asociados a este tratamiento.