Esta patología dificultaba la respiración de la paciente hasta tal punto que sufría ahogos y vértigos al caminar, así como arritmias, intolerancia a ciertos alimentos que le producían acidez y saciedad inmediata al comer una mínima porción. Una rutina que, según la propia paciente, se resumía en “una vida de la cama al sillón y del sillón a la cama”, y que los expertos han calificado de “invalidante”.
Tras un año en esta situación, la paciente fue ingresada por falta de oxígeno en sangre; sin embrago, “el cirujano puso pegas y el anestesista del hospital de Jaén nos dijo que las probabilidades que tenía tras una operación eran escasas: una de 5, es decir, que íbamos al matadero”, recuerda el marido de la paciente, en declaraciones a la agencia EFE.
Finalmente, el doctor Carlos Ballesta, experto a nivel mundial en cirugía digestiva laparoscópica, aceptó hacerse cargo de esta intervención y María Vega fue trasladada a la capital. “Es un proceso complicado y laborioso que requiere mucha experiencia”, ha admite Ballesta; no obstante, considera, “los otros médicos han sido un poco exagerados, ya que la operación no tiene esa tasa tan baja de éxito”.
Una operación “muy agradecida”
Una vez en quirófano y acompañado de 10 profesionales, Ballesta efectuó 5 incisiones en el abdomen a través de las cuales ha introducido el laparoscopio, a fin de tomar imágenes de los órganos internos de la paciente. Acto seguido, Ballesta empujó el estómago a su lugar liberando así los órganos de la paciente. Este fué el momento más delicado de la cirugía, ya que existía riesgo de perforar órganos vitales como la pleura o la vena aorta.
Una vez finalizado el proceso, el clínico cosió la herida de la hernia al tiempo que sujetaba los órganos en su lugar. La intervención duró un total de 2 horas, “se ha alargado un poco más de lo previsto porque había más vísceras de lo que pensaba”, según explicó el experto. “Los síntomas son casi inmediatos, esta es una operación muy agradecida”, aseguró, “en cuanto despierte, respirará mucho mejor, no le dolerá el pecho y comerá bien”.
Un bonito reto
A pesar de las dificultades halladas durante la cirugía y las negativas de otros especialistas a realizar la intervención, Ballesta vivió la experiencia como “un reto muy bonito”. Para el experto, “la cirugía laparoscópica es un arte como la pintura o los toros; hay muy pocos expertos y se ha enseñado siempre de maestro a discípulo”, ejemplifica.
“Hoy en día, la laparoscopia se realiza en casi todos los hospitales y los avances han permitido que pueda llegar a paliar la diabetes tipo 2”, cuenta sobre esta técnica que “comenzó a aprender a partir de 1987, cuando sólo la practicaban 4 a nivel mundial”, recuerda.