La organización señala que existen tratamientos específicos que varían según la causa que originó la parálisis, la localización de la lesión y el tiempo transcurrido hasta el momento de su tratamiento. La parálisis facial más frecuente es la de origen desconocido, llamada parálisis de Bell, junto a la parálisis provocada por el frío, a la que se denomina parálisis facial a frigore. Su evolución suele ser satisfactoria con tratamiento médico y rehabilitación, lo que produce una recuperación completa en la mayoría de los casos.
Algunas de las técnicas destacadas por la Secpre son:
- Unir los extremos seccionados del nervio facial.
- Trasplante nervioso microquirúrgico, consistente en tomar un fragmento de nervio de otra parte e implantarlo desde el nervio facial del lado sano hasta el lado enfermo, donde se unirá con el extremo seccionado.
- Trasplante microquirúrgico de musculatura procedente de otra parte del cuerpo, generalmente de la pierna o la espalda.
- Colocación de pesas de oro en el párpado superior.
Los expertos escriben que el tratamiento suele requerir la combinación de varias técnicas y debe ser un cirujano plástico titulado el que adecúe las posibilidades de cada una de ellas a las circunstancias del paciente. Los médicos apuntan que hay parálisis faciales que se asocian a traumatismos craneales graves, tumores, infecciones víricas o patologías asociadas al oído. Y puede ser de origen genético, como en el caso de las personas con síndrome de Moebius.