Investigadores de la Universidad de Cambridge han identificado un vínculo entre la exposición a altos niveles de estrógeno en el útero y la probabilidad de desarrollar autismo. Publicado en Molecular Psychiatry, el descubrimiento agrega más evidencia para apoyar la teoría prenatal de esteroides sexuales del autismo propuesta por primera vez hace 20 años.
En 2015, un equipo de científicos midió los niveles de 4 hormonas esteroides prenatales, incluidas 2 conocidas como andrógenos, en el líquido amniótico en el útero. Descubrieron que eran más altas en los fetos masculinos, quien más tarde desarrolló autismo. De hecho, estos andrógenos se producen cantidades mayores en los fetos masculinos que en los femeninos en promedio. Podría explicarse debido a que el autismo ocurre con mayor frecuencia en los niños. No obstante, se sabe que masculinizan partes del cerebro y que tienen efectos sobre la cantidad de conexiones entre las células cerebrales.
Sin embargo, ahora estos científicos se han basado en sus hallazgos anteriores al analizar las muestras de líquido amniótico de los mismos 98 individuos muestreados del Danbank Biobank, que ha recolectado muestras amnióticas de más de 100 000 embarazos, pero esta vez observando otro conjunto de hormonas esteroides sexuales prenatales llamados estrógenos. Este es un próximo paso importante porque algunas de las hormonas previamente estudiadas se convierten directamente en estrógenos.
Estrógeno en el útero
Los 4 estrógenos se elevaron, en promedio, en los 98 fetos que luego desarrollaron autismo, en comparación con los 177 fetos que no lo hicieron. Asimismo, los altos niveles de estrógenos prenatales fueron aún más predictivos de la probabilidad de autismo que los altos niveles de andrógenos prenatales. Contrariamente a lo pensado, los estrógenos prenatales tienen efectos sobre el crecimiento cerebral y también masculinizan el cerebro en muchos mamíferos.
Simon Baron-Cohen, director del Centro de Investigación de Autismo de la Universidad de Cambridge, señala que este hallazgo “respalda la idea de que las hormonas esteroides sexuales prenatales aumentan una de las causas potenciales de la afección. La genética está bien establecida como otra y estas hormonas probablemente interactúan con factores genéticos que afectan al desarrollo del cerebro fetal”.
Asimismo, Alex Tsompanidis, estudiante de doctorado, recuerda que estas hormonas elevadas “podrían prevenir de la madre, el bebé o la placenta”. Por eso, asegura que el siguiente paso debería ser “estudiar todas estas posibles fuentes y cómo interactúan durante el embarazo”. Al mismo tiempo, la doctora Alexa Pohl incide en que este hallazgo es “emocionante”. A su juicio, el papel de los estrógenos en el autismo “apenas se ha estudiado. Esperamos poder aprender más sobre cómo contribuyen al desarrollo del cerebro fetal en más experimentos”.
Finalmente, el equipo advierte de que estos hallazgos “no pueden ni deben usarse para detectar el autismo”. A juicio de Baron-Cohen, “estamos interesados en comprender el autismo, no en prevenirlo”.