Los científicos modificaron la insulina mediante la unión química a la glucosamina, de manera que esta pudiera unirse a los transportadores de glucosa en la superficie de un glóbulo rojo. Así, obtuvieron glóbulos rojos unidos a moléculas de insulina para inyectarlos, después, en sujetos diabéticos. Si los niveles de glucosa eran elevados, las moléculas de glucosa desplazaban la glucosamina a los transportadores de glucosa de las células de la sangre.
Cuando la glucosamina era liberada por el glóbulo rojo, se desprendía la insulina. La insulina podía, entonces, unirse a los receptores de insulina del hígado, los músculos y los tejidos grasos, lo que redujo los niveles de glucosa en sangre. Los investigadores compararon al grupo de ratones que recibía insulina modificada unida a los glóbulos rojos con otros 3 grupos para confrontar sus efectos.
Uno de ellos recibió una solución salina; otro, insulina modificada, y el último recibió una mezcla de insulina no modificada con glóbulos rojos. Los investigadores comprobaron que los ratones con diabetes tipo 1 que habían recibido el sistema de insulina con glóbulos rojos modificados fueron capaces de reducir significativamente los niveles de glucosa en sangre durante más de 2 días. Los otros grupos redujeron sus niveles de azúcar en sangre solo durante 12 horas como máximo.
Frenar la hipoglucemia
Además, probaron estas combinaciones de fármacos en ratones sanos y observaron que el sistema de insulina y glóbulos rojos modificados reducía el riesgo de hipoglucemia, en comparación con los otros tratamientos utilizados. Asimismo, llevaron a cabo otro experimento con ratones con diabetes tipo 1 a los que administraron insulina y nanopartículas recubiertas con membranas modificadas de glóbulos rojos.
Este último tratamiento obtuvo resultados comparables a los observados con el sistema de insulina y glóbulos rojos modificados. Los autores del estudio van a seguir evaluando la biocompatibilidad a largo plazo del sistema de insulina modificada en otros modelos animales antes de determinar el inicio de las pruebas en ensayos clínicos, según explica John Buse, director del Diabetes Care Center de la UNC.
“Estamos explorando el uso de microagujas para ofrecer este sistema sin dolor, en lugar de tener que depender de las inyecciones convencionales que se han utilizado en este estudio. La posibilidad de utilizar un sistema de administración de fármacos diferente hace que sea difícil calcular el coste, pero, siendo optimistas, podríamos decir que sería comparable con los tratamientos existentes”, asegura Zhen Gu, autor del estudio.