Según la investigación, 72 horas después de comenzar una dieta con exceso de grasas, el cerebro comienza a captar menos glucosa de la que necesita. Es en ese momento, el organismo lleva a cabo una serie de procesos que inflaman el cuerpo, pero que protegen al cerebro y le permiten funcionar sin sufrir ningún daño.
Esta inflamación que se produce se denomina inflamación periférica: el cuerpo engorda ante el exceso de grasas. Sin embargo, este estudio demuestra que el engorde podría ser positivo, ya que realmente es un mecanismo de defensa. “El organismo sacrifica el cuerpo para proteger este órgano vital, se podría entender como un mal menor”, explica la experta.
El estudio refleja también que una vez el cerebro vuelve a recibir la cantidad de glucosa que necesita para funcionar con normalidad, la inflamación periférica también se asienta. “En este estudio hemos sometido a un grupo de ratones a una dieta con un 70% de grasas, lo que nos ha hecho confirmar este proceso de defensa del cerebro.
Sin embargo, Solas explica en este estudio que una inflamación periférica excesiva termina dañando al cerebro, ya que la proteína GLUT1, necesaria para crear la barrera entre el cerebro y el sistema circulatorio y, que ayuda a la absorción de glucosa, deja de ser segregada, lo que conlleva el riesgo de desarrollar enfermedades como el Alzhéimer.
“Aunque engordar puede ser entendido como un sistema de defensa del cuerpo, engordar en exceso trae problemas serios de salud y, este trabajo nos ha ayudado también a ver que, con un cambio de dieta, algunas personas pueden revertir la inflamación asociada a la obesidad”, concluye la experta.