Investigaciones anteriores demostraron que la proinsulina podía ser un posible agente neuroprotector en ratones con neurodegeneración de retina. Sin embargo, esta es la primera vez que se ha analizado la capacidad de esta hormona para proteger frente a la inflamación cerebral vinculada con el deterioro cognitivo, resaltan los científicos.
El equipo utilizó un modelo de ratón Samp8, que se caracteriza por tener envejecimiento precoz y alzhéimer. Este modelo junto a Samr1 (grupo control menos propenso a envejecer) se utilizó para administrar proinsulina cuando los ratones tenían un mes de edad. A los 6 meses, los investigadores comprobaron que ambos grupos se igualaban en lo referente a las capacidades cognitivas relacionadas con el desarrollo de tareas de memoria espacial.
“Los vectores virales que contienen el gen de la proinsulina son inyectados en el músculo y dan lugar a su liberación en el torrente sanguíneo de forma sostenida, lo que permite estudiar sus efectos en el hipocampo, una de las áreas del cerebro más afectadas en pacientes con alzhéimer”, asegura Enrique de la Rosa, investigador del CSIC en el Centro de Investigaciones Biológicas.
Además, la proinsulina indujo la activación de las vías neuroprotectoras encargadas de reducir la inflamación cerebral. Coral Sanfeliu, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, concluye que “parece demostrado que la inflamación tiene un papel importante en el deterioro cognitivo y la neurodegeneración, aunque no se hayan encontrado hasta el momento tratamientos clínicamente efectivos. Los resultados de este estudio abren una posible nueva vía farmacológica”.