“La relación entre el ejercicio físico y el embarazo continúa siendo un ámbito con más sombras que luces desde el punto de vista científico y, por ende, con una importante necesidad de nuevos estudios de investigación”, explica en una nota el especialista, de acuerdo con el cual en los últimos 20 años se ha confirmado el carácter inocuo del ejercicio físico moderado en la salud materno-fetal.
Las evidencias científicas muestran incluso casos en los que ha habido ciertos beneficios para el proceso de embarazo y parto. “No obstante -añade el investigador-, existen aún muchas cuestiones que permanecen no resueltas y originan desconocimiento y controversia, es el caso del ejercicio de alta intensidad”.
Para resolverlas, los expertos reunidos por el COI trabajan desde finales de 2015 en la revisión y elaboración de documentación científica que permita dar respuesta a estos interrogantes, especialmente en el caso de las atletas de élite que, sin abandonar su carrera deportiva, pretenden disfrutar de la gestación manteniendo un cierto estado de forma.
Según Barakat, una de las principales dificultades que se han encontrado a la hora de llevar a cabo la investigación ha sido la falta de trabajos que hayan examinado la influencia de las cargas propias del alto rendimiento o el ejercicio físico de intensidades máximas en los resultados materno-fetales del proceso de embarazo y parto. “Esto se debe, en parte, a los riesgos (de todo tipo) y dificultades de carácter ético que este tipo de estudios conllevan”, apunta.
Pese a esas dificultades, los expertos han presentado los primeros resultados de sus investigaciones en la revista internacional British Journal of Sports Medicine. En ellos se refleja que el ejercicio físico moderado y supervisado no solo no tiene efectos adversos en las gestantes y el futuro bebé, sino que también presenta beneficios.
“Los resultados -destaca el profesor de la UPM- informan también de ciertas mejoras de orden metabólico, cardiovascular e incluso de orden psíquico o emocional, aspecto este último significativamente afectado por la situación de embarazo y tradicionalmente olvidado por los estudios y estrategias de salud”.
Frente a los beneficios, los expertos también alertan de ciertos riesgos potenciales ante situaciones propias del alto rendimiento durante el periodo de gestación, como los esfuerzos máximos o submáximos (tareas con elevadas cargas y escasa recuperación), la abundancia de tareas de impacto y, especialmente,l a excesiva temperatura corporal materna generada por el ejercicio de alta intensidad.
“Todos estos son aspectos que la atleta gestante no debería descuidar y suponen un hipotético cuestionamiento para el adecuado crecimiento y desarrollo fetal”, asegura el español, que forma parte de un grupo formado por investigadores de Estados Unidos, Canadá, Australia, Noruega, Suiza, Finlandia, Dinamarca Suecia, Holanda y España.