Los científicos señalan que la administración de antibióticos a la madre, prescritos por diversas razones, es una práctica habitual que se produce en aproximadamente el 30% de los partos. “Ahora hemos observado que merece especial atención el potencial impacto de esta práctica sobre el papel de la microbiota intestinal neonatal como reservorio de genes de resistencia a antibióticos”, explica Miguel Gueimonde, investigador del CSIC que trabaja en el Instituto de Productos Lácteos de Asturias.
“La hipótesis de partida fue que la exposición a antibióticos intraparto, de modo independiente, es decir, sin ninguna otra forma de exposición ni problemas asociados a otras condiciones como la prematuridad o las cesáreas, afectaría al proceso de establecimiento y desarrollo de la microbiota intestinal en el recién nacido. La hipótesis inicial se vio confirmada por las numerosas diferencias entre ambos grupos de niños”, destaca Gueimonde.
En las primeras semanas de vida de los niños, los investigadores observaron una disminución de los niveles de microorganismos comensales de la familia Bifidobacteriaceae, así como un incremento de bacterias potencialmente patógenas, como Campylobacteriaceae o Helicobacteriaceae. Los investigadores analizaron muestras fecales de 40 niños nacidos mediante parto vaginal. De ellos, 18 nacieron en partos en los que se administró profilaxis antimicrobiana (penicilina) a la madre.
Los científicos monitorizaron la evolución de la microbiota durante los primeros 90 días de vida, a través de tecnologías de secuenciación masiva del gen del ARNr 16S. Además, estudiaron la presencia de diversos genes de resistencia a antibióticos en las muestras de niños de 30 días. Según sugieren los autores, el estudio sienta las bases para desarrollar nuevas vías de intervención dirigidas a modificar y favorecer el equilibrio infantil de la microbiota intestinal.