La técnica, descrita en el Journal of Gynecology and Women’s Health, se inicia entre 1 y 3 meses antes de la estimulación ovárica, e incluye “la propia estimulación, el trabajo de laboratorio relacionado con la FIV, el cultivo y manejo de embriones, y el periodo posterior a la transferencia hasta los 3 primeros meses del embarazo”, explica la clínica en una nota de prensa.
El protocolo reproducción asistida ha sido probado en 78 pacientes que, en principio, iban a someterse a una FIV. De todas ellas, 4 intervenciones fueron canceladas debido a la falta de respuesta a la estimulación ovárica o por la imposibilidad de recuperar los ovocitos por punción. A las otras 73 mujeres con baja producción de óvulos sí se les realizó la transferencia de embriones.
El procedimiento dio lugar a 18 embarazos clínicos y 14 partos, lo que supone una tasa de éxito del 23 y el 18% respectivamente. La probabilidad de nacimiento es baja en estas mujeres con baja producción de óvulos, en comparación con el 80% que se logra mediante la donación de óvulos clásica.
Sin embargo, “los resultados demuestran la factibilidad del parto con óvulos de la propia paciente en casos de reserva ovárica extremadamente baja”, puntualiza Jan Tesarik, director del equipo médico y responsable del desarrollo del protocolo CARE de reproducción asistida.