Según señala el Conicet, en el organismo humano todos los días mueren millones de células y las células epiteliales y las del sistema inmune son las encargadas de gestionar estos procesos. A través de la eferocitosis, las células vivas comen y digieren a las muertas, lo que da lugar a la regeneración de tejidos.
Los científicos del Conicet y la UNSAM han descubierto que las células epiteliales, al realizar la esferocitosis, también devoran y degradan a la bacteria patógena Pseudomona aeuroginosa (P. aeuroginosa) que, adherida a las células muertas, es fagocitada junto con ellas.
Una vez que las células epiteliales engullen a las bacterias, estas quedan en vesículas intracelulares que después se funden con los lisosomas y son degradadas, asegura la investigadora del Conicet y directora del equipo de Interacciones Bacteria- Hospedador del IIB-INTECH, Arlinet Kierbel.
La investigadora del Conicet afirma que la importancia de este hallazgo radica en entender la eferocitosis como mecanismo de internacionalización y eliminación de estas bacterias. Basándose en la potencialidad de las células epiteliales, los investigadores apuntan que podría pensarse que el organismo es capaz de eliminar las bacterias en todos los casos y sin ningún tipo de ayuda.
“La P. aeruginosa es la principal causa de muerte de los pacientes con fibrosis quística. Estas bacterias, una vez que ingresan al organismo, forman biofilms que son muy resistentes a los antibióticos. Los pacientes terminan muriendo a causa del daño pulmonar provocado por la permanencia de esos biofilms a lo largo de los años”, ha explicado Kierbel.