El estudio, publicado en la revista Nature, evaluó los cambios cerebrales que se producían en las regiones encargadas de controlar el movimiento de las piernas y la información sensorial relacionada con dicho movimiento, que consideraron que podía reflejar bien las áreas implicadas en el aprendizaje del movimiento en condiciones de microgravedad.
Según pudieron comprobar los investigadores, los cambios en la materia gris fueron equivalentes a las producidas cuando una persona practica una nueva habilidad durante las 24 horas del día, algo que no suele suceder, aunque esa habilidad te apasione, según indica Rachel Seidler, autora del estudio.
Seidler considera que el espacio es un ejemplo de la neuroplasticidad cerebral extrema, porque el ambiente de microgravedad se mantiene las 24 horas del día, lo que obliga a una adaptación continua e ininterrumpida a la nueva situación. Ello aumenta la materia gris y la cantidad de nuevas conexiones neuronales.
¿Neuroplasticidad o redistribución de los líquidos?
Los 2 grupos de astronautas ( de 2 semanas y 6 meses) experimentaron estos cambios, aunque fueron más pronunciados en los que más tiempo permanecieron en el Espacio. Los científicos analizaron los cerebros de los astronautas por imágenes de resonancia magnética antes y después de las misiones espaciales.
La primera hipótesis de los cambios estructurales estaba basada en un aumento de la presión intracraneal y en el desplazamiento de líquidos hacia ciertas partes de la cabeza en situaciones de microgravedad. Esta hipótesis estaba fundamentada en la disminución de la sustancia gris en la parte frontal y temporal, en comparación con el aumento en la región sensoriomotora.
Para comprobar si estos cambios se producían debido a que la fuerza de la gravedad actuaba de manera distinta en el Espacio, compararon estos datos con otros en los que se evaluaron estos mismos cambios en personas en situación horizontal y reposo en condiciones de microgravedad sin llegar a una conclusión exacta.
“Nuestros resultados muestran cambios estructurales en el cerebro en los vuelos espaciales que podrían estar relacionados con modificaciones en la distribución de los líquidos (por el efecto de la microgravedad) o en la neuroplasticidad (por adaptación al medio). Estudios prospectivos que realicen un control más detallado pueden aportar más información sobre los cambios cerebrales y su relación con el comportamiento”, de los astronautas, según indican los investigadores en el estudio.