El ejercicio de intensidad baja-moderada puede ser beneficioso en la rehabilitación de personas que han sufrido un ictus. Así lo que concluye un estudio del Hospital-Consorcio Sanitario de Tarrasa. Participan también investigadores de la Universidad de Gerona, la Hospital de Neurorrehabilitación Fundación Institut Guttmann y Universidad Autónoma de Barcelona. Los resultados se han publicado en la revista Apunts Medicina de L’Esport.
Según explican los autores, cada vez hay más gente que sobrevive a un accidente cerebrovascular. Esas personas tienen déficits neurológicos y desacondicionamiento físico. Como consecuencia, empeora su capacidad de caminar y tienen dificultades en el desarrollo de actividades diarias. Esto implica un empeoramiento de la calidad de vida relacionada con la salud.
Programa de ejercicio de intensidad baja-moderada
El trabajo buscaba evaluar los efectos del ejercicio de intensidad baja-moderada en la rehabilitación. En concreto, los científicos evaluaron la efectividad de un programa multimodal de 12 semanas. Programaron 24 sesiones de una hora 2 días a la semana. Al inicio de la intervención, al final y a los 6 meses se midieron:
- Velocidad de deambulación.
- Resistencia al caminar.
- Adherencia a la actividad.
Participaron 31 personas, de las cuales 25 terminaron el programa de ejercicio de intensidad baja-moderada . Al final de la intervención, los investigadores observaron mejoras significativas en la adherencia y la velocidad de deambulación. Estos resultados se mantuvieron 6 meses más tarde. Además, los participantes mostraron una satisfacción general del 94% con el programa de actividad.
En particular, se mostraron satisfechos en relación con aspectos como la condición física, la capacidad para caminar o el equilibrio. También hubo buenos resultados en cuanto a la satisfacción con la autoeficacia o las expectativas cumplidas. Por todo ello, los autores creen que el ejercicio de intensidad baja-moderada es “interesante” como estrategia rehabilitadora tras un ictus.