“La médula ósea también produce grasa, como bien saben los cocineros de todo el mundo; sin embargo, su papel fisiológico es un tema poco estudiado”, reflexiona la endocrinóloga Maya Styner, autora principal del estudio, en una nota de prensa de la universidad.
Hasta ahora, se creía que la actividad física no era suficiente para quemar la grasa de los huesos, y que esta funcionaba más bien como una reserva mientras el deportista quemaba la grasa de otras zonas corporales. Sin embargo, el estudio que publica la revista Journal of Bone and Mineral Research, “demuestra todo lo contrario”.
Estudios previos ya apuntaban que la acumulación de grasa en el hueso aumentaba el riesgo de fracturas por baja densidad mineral ósea. Partiendo de esta base, y “sabiendo que el deporte tiene un profundo efecto sobre las grasas de otras partes del cuerpo, decidimos utilizar el ejercicio como herramienta para comprender la quema de grasa ósea”, explica.
Quemar grasa en huesos de ratón
Para ello, los investigadores realizaron experimentos con ratones. “Aunque la investigación en roedores no es directamente traducible a la condición humana, los tipos de células madre que producen hueso y grasa son del mismo tipo”, matiza la profesora de Metabolismo. Tras dividir a los sujetos en 2 grupos, uno alimentado con dieta normal y otro con sustancias altas en grasas, se facilitó a ambos una rueda para correr.
Pasadas 6 semanas, apenas se percibieron cambios en el número de células de grasa presentes en la médula ósea de los ratones delgados, pero se redujo en más de la mitad en ratones obesos activos en comparación con los obesos sedentarios. Las pruebas revelaron también que la quema grasa ósea con ejercicio mejoró el espesor del hueso, sobre todo en los ratones obesos.
“La obesidad aumentar el depósito de grasa en el hueso, de la misma forma que sucede con la grasa abdominal y, al igual que esta, es posible quemar la grasa de los huesos mediante deporte”, concluye Styner. Aun así, “la investigación deja algunos misterios sin resolver”, admite. Uno de ellos es determinar la relación exacta entre la quema de grasa ósea y el fortalecimiento del tejido.
Una posibilidad sería que “el ejercicio, de alguna manera, estimule las células madre mesenquimales para diferenciarse en más células óseas y menos células grasas”; sin embargo, para el equipo de la UNC, “la evidencia sugiere que la quema del sebo de los huesos podría estar sirviendo como combustible para la creación de nuevo tejido”.