La investigación, publicada en la revista Cerebral Cortex, comparó mediante resonancia magnética funcional los cerebros en reposo de 17 músicos profesionales y 17 sujetos ajenos a este arte, con el fin de determinar cómo la formación musical influye en la estructura y la función del órgano.
“La mayoría de las personas tienen sistemas neurales que permiten escuchar música, bailar o cantar, pero tocar un instrumento musical a nivel profesional es una tarea más compleja que necesita la coordinación entre el sistema auditivo y el motor”, explican los autores Robert J. Zatorre, María Ángeles Palomar García y César Ávila en una nota de prensa.
El principal hallazgo, dicen, ha sido ha sido comprobar que el entrenamiento produce un incremento en las interacciones audiomotoras en el hemisferio derecho, de manera que, cuantos más años de entrenamiento siga el sujeto, mayor número de conexiones audiomotoras efectivas se producirán.
Los datos reflejan la mayor habilidad de los músicos profesionales con las 2 manos en comparación con los voluntarios que no tenían formación musical. Esto se debe, explican, a la necesidad de utilizar ambas manos de manera independiente y coordinada para poder tocar el instrumento. “Cuanto más se toca un instrumento que requiere movimientos bimanuales, mayor será la independencia entre la actividad espontánea de cada mano", lo que, a su vez, permite tocar mejor.