La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 200 nanogramos por gramo de arsénico inorgánico en arroz blanco y un límite de 100 nanogramos para niños según la Food and Drug Administration (FDA). Estas cantidades han sido aprobadas por la Comisión Europea a principios de año.
A pesar de estas recomendaciones, muchos productos destinados a un consumidor infantil exceden estos límites, tales como papillas o potitos. Algunos estudios ya sugieren que la exposición al arsénico en el útero podría estar vinculado a patologías fetales, así como problemas de desarrollo neurológico e inmunológico en lactantes y niños.
Para conocer más datos sobre el impacto del arsénico en el desarrollo infantil, un grupo de investigadores ha realizado un estudio, publicado en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, que analiza la relación entre las concentraciones de arsénico en la orina y los productos ingeridos durante el primer año de vida.
Para el estudio, se incluyeron 759 niños nacidos entre 2011 y 2014, a los que se les hizo un seguimiento cuatrimestral mediante entrevistas telefónicas a sus padres hasta los 12 meses de edad. El 80% había ingerido el cereal en su primer año de vida, el 64% había comenzado entre los 4 y los 6 meses.
Los resultados de las muestras de orina, a los 12 meses de edad, fueron superiores en los niños que comieron arroz o alimentos mezclados con arroz, en comparación con aquellos que no lo ingerían. En los lactantes, las concentraciones de arsénico en orina fueron dos veces mayores en aquellos que comían arroz blanco o integral, frente a aquellos que no lo consumían.
Los investigadores del estudio, explican que, además de los altos niveles de exposición de este químico, los niños tienen una mayor sensibilidad a los posibles efectos cancerígenos, una mala respuesta del sistema inmunológico y un mal desarrollo neurológico, incluso con concentraciones muy bajas.