La cifra de mujeres embarazadas que padecen insomnio durante el tercer trimestre de la gestación es 10 veces superior a las que sufren este problema antes de quedarse encintas, según un estudio de la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con la Universidad de Jaén y el Sistema Andaluz de Salud (SAS). Según el texto, que publica el European Journal of Obstetrics, Gynecology and Reproductive Biology, en el tercer trimestre el insomnio afecta a un 64% de embarazadas, al 46% en el segundo y al 44% en el primero.
Estas cifras “justifican un abordaje sistemático de este problema”, según consideran las autoras María del Rosario Román Gálvez y María del Carmen Amezcua Prieto, profesora del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la UGR. Tras estudiar los casos de 486 mujeres embarazadas, atendidas en Granada, Jaén, Huelva y Sevilla desde antes de la semana 14 de gestación, las autoras han lamentado la tendencia a “asumir el insomnio como un fenómeno propio del embarazo que hay que sufrir”.
Amezcua Prieto considera que este fenómeno se debe, en parte, a que, “desde el sistema sanitario no presta atención al insomnio durante el seguimiento del embarazo, hasta el punto de que ni siquiera la Organización Mundial de la Salud se ocupa del sueño en su guía de atención a mujeres gestantes”. El problema se agrava al tener en cuenta que el insomnio no solo afecta a la calidad de vida de la embarazada, sino que es un factor de riesgo de:
- Depresión.
- Parto prematuro.
- Cesáreas no planificadas.
- Hipertensión y preeclampsia.
- Diabetes mellitus gestacional.
Para abordar el problema, Román Gálvez aconseja abordar cada uno de los aspectos del sueño nocturno y del impacto diurno que lo definen. En este sentido, recuerda, “los resultados muestran que, en el primer trimestre del embarazo, hay una afectación importante de la fragmentación del sueño y de la somnolencia diurna”. Según evoluciona el embarazo, esta fragmentación se intensifica, llegando a afectar a la inducción y el tiempo total de sueño.
Para Gálvez, la lucha contra el insomnio debe ir más allá del tratamiento farmacológico. “Mantener una actividad física moderada o intensa durante el embarazo protege frente al insomnio gestacional, lo que supone una razón más para promover la actividad física entre las gestantes”, defiende la experta. Hay que tener en cuenta, además, factores previos de riesgo, como obesidad, el hecho de partos previos o la presencia anterior de insomnio.