Los investigadores del Research Center for Molecular Medicine of the Austrian Academy of Sciences (CeMM) y la Medical University of Vienna estudiaron la antigua hipótesis de que la cantidad de hierro en sangre podría influir directamente sobre las infecciones bacterianas en trastornos hemolíticos.
El hierro se ha considerado como un nutriente esencial para las bacterias. La hemólisis produce una liberación del hierro en la sangre motivo por el que se ha considerado que, al aumentar la disponibilidad de esta sustancia, se incrementaba, a su vez, las probabilidades de supervivencia de las bacterias.
Un grupo de investigadores especializados en infecciones de la Medical University of Vienna no solo confirmó este hecho, sino que también constató que el hierro paralizaba y bloqueaba el ataque de los macrófagos y la eliminación de las bacterias debido al deterioro de su citoesqueleto. El citoesqueleto de los macrófagos está compuesto por largos filamentos que permiten a la célula tener flexibilidad, movilidad y capacidad de defensa.
Este proceso implica que el citoesqueleto interactúe con la proteína DOCK8, se relacione con Cdc42 y provoque efectos nocivos. En presencia del hierro, la capacidad de recuperación del citoesqueleto se pierde, pues los filamentos crecen en todas las direcciones y provoca la parálisis de los macrófagos. De esta forma, pierden la capacidad de destruir a las bacterias invasoras y estas pueden multiplicarse prácticamente sin restricciones.
Este es uno de los riesgos que sufren las personas que tienen hemólisis debido a una inflamación sistémica por sepsis, trastornos como la anemia de células falciformes o la malaria. No obstante, los investigadores realizaron pruebas con medicamentos que restauran la funcionalidad de los macrófagos afectados por el hierro.
“La quinina, que se utiliza clínicamente para tratar la malaria, bloquea la interacción del grupo de hierro con DOCK8 y, por lo tanto, mejora el resultado de la sepsis", subraya Sylvia Knapp, investigadora del artículo. “Esto es muy prometedor. Nos demuestra de forma concluyente que sí es factible terapéuticamente proteger a las células inmunes y restaurar la defensa inmune del cuerpo contra las bacterias en condiciones hemolíticas”, concluye la investigadora.