Las bacterias intestinales de bebés sanos previenen el desarrollo de alergias en los alimentos, al menos eso es lo que afirma un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Chicago, el Laboratorio Nacional de Argonne y la Universidad de Nápoles Federico II, quienes encontraron que cuando los microbios intestinales de bebés sanos se trasplantaban a ratones libres de gérmenes, los animales estaban protegidos de una reacción alérgica cuando estaban expuestos a la leche de vaca. Los microbios intestinales de bebés alérgicos a la leche no ofrecían la misma protección. Además, los ratones que recibieron estas bacterias sufrieron una reacción alérgica cuando se les dio leche de vaca.
El estudio, publicado en Nature Medicine, identifica una especie bacteriana específica que protege contra las respuestas alérgicas a los alimentos. Cathryn Nagler, profesora de alergias alimentarias de Bunning y autora principal del estudio, ha asegurado que este trabajo “nos permite definir una relación causal y muestra que la microbiota, por sí misma, puede determinar si se obtiene o no una respuesta alérgica”.
La investigación está financiada en parte por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y es el resultado de una larga colaboración entre Cathryn Nagler y Roberto Berni. En 2015, los 2 trabajaron juntos en un proyecto que encontró diferencias significativas en los microbiomas intestinales de los bebés sanos y aquellos con alergia a la leche de vaca. Eso finalmente los llevó a preguntar si esas diferencias de alguna manera contribuyeron al desarrollo de la alergia.
Investigación
Los investigadores trasplantaron microbios intestinales de cada uno de los 8 donantes infantiles – 4 sanos y 4 con alergia a la leche de vaca- en grupos de ratones a través de muestras fecales. Asimismo, los ratones habían sido criados en un ambiente estéril y libre de gérmenes, lo que significa que no tenían bacterias propias y eran alimentados con la misma fórmula que los bebés para ayudar a las bacterias a colonizar adecuadamente, proporcionando las mismas fuentes de nutrientes.
Ante ello, los ratones que recibieron bacterias de bebés alérgicos sufrieron de anafilaxis, mientras que los roedores libres de gérmenes que no recibieron ninguna bacteria también experimentaron esta reacción severa. Sin embargo, los que recibieron bacterias saludables parecían estar completamente protegidos y no sufrieron una reacción alérgica.
Por esta razón, para los investigadores, estos hallazgos demuestran “el papel crítico” de la microbiota intestinal en el desarrollo de la alergia alimentaria y sugieren firmemente que la modulación de las comunidades bacterianas es “relevante para detener la carga de la enfermedad de alergia alimentaria”.
Asimismo, los investigadores también estudiaron la composición de los microbios en el tracto intestinal de los ratones y analizaron las diferencias en la expresión génica entre los grupos sanos y alérgicos, lo que les permitió identificar una especie en particular, Anaerostipes caccae, que parece proteger contra las reacciones alérgicas cuando está presente en el intestino.
Dionysios Antonopoulos, biólogo de sistemas microbianos en Argonne, profesor asistente de Medicina en la Universidad de Chicago y coautor del estudio, ha reseñado que con este estudio comprueban cómo en los diferentes tipos de microorganismos que habitan en el tracto gastrointestinal, un solo organismo puede tener un efecto tan profundo en la forma en que el huésped se ve afectado por los componentes de la dieta. Asimismo, “obtenemos una nueva apreciación por los distintos roles que cada uno de estos miembros desempeña más allá de la generalización de que el microbioma está involucrado”. Finalmente, los resultados de este estudio ya están ayudando a los científicos a crear nuevos tipos de tratamientos para las alergias alimentarias.