Ambas instituciones, pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han constatado que la mayor parte de las 10.000 bacterias por metro cúbico halladas en los vagones son inocuas para el ser humano. Han señalado, además, que esta cantidad de microorganismos es inferior a la que puede encontrarse en otras zonas, como ambulatorios o aeropuertos.
Para llegar a esta conclusión, que publica la revista Indoor Air Journal, el investigador del CEAB, Xavier Triadó y su equipo han hallado la identidad y el número total de bioaerosoles presentes en una serie de muestras recogidas en el interior de las estaciones y los vagones. La recolecta se llevó a cabo entre noviembre de 2013 y febrero de 2014, coincidiendo con la campaña de gripe.
Predecir los episodios de gripe
Según recoge la agencia EFE, los datos obtenidos a partir de la cuantificación, en la que se incluyeron microorganismos patógenos habituales, como son los virus de la gripe A y B, los rinovirus y el hongo Aspergillus fumigatus, indican de manera preliminar la existencia de una dinámica en las partículas víricas en el aire que podría tener cierto poder predictivo de los episodios de gripe.
No obstante, según recoge la nota, “es solo un estudio preliminar, una primera aproximación ampliable a un seguimiento a más largo plazo, a fin de conocer las dinámicas y fluctuaciones que se producen a lo largo del año y en cualquier hora del día”.
En este sentido, afirma Triadó, “se necesitan más estudios de episodios de gripe sucesivos para confirmar esta dinámica y constatar que realmente puede ser una herramienta de prevención y vigilancia epidemiológica en un futuro próximo”.
Los viajeros no son la fuente principal
Según datos facilitados por la agencia, el metro de Barcelona absorbe el 50% de los desplazamientos diarios del área metropolitana y transporta 1,25 millones de viajeros cada día laborable. Sin embargo, las bacterias de origen humano, incluidas las que son patógenos potenciales, presentan una proporción por debajo del 2%.
“Los viajeros no son la fuente principal de microorganismos en el aire”, concluye Triadó, quien recuerda que “el aire subterráneo también puede contener contaminantes procedentes del tráfico, que entran a través de los sistemas de ventilación y de los puntos de acceso de las estaciones, y otros procedentes del mismo metro”.
En cualquier caso, matiza, “con el estilo de vida actual, nos pasamos el 90% del tiempo dentro de espacios cerrados donde el aire podría ser un canal de transmisión de algunos patógenos”; por eso es “tan importante” monitorizar la calidad del aire en espacios públicos altamente frecuentados como el metro.
“Se trata de un aspecto de los viajes en metro que no recibe mucha atención, a pesar de la alta afluencia de personas que tiene”, ha añadido Teresa Moreno, investigadora del IDAEA y responsable del proyecto, que se inscribe en la iniciativa europea Improve Life.