La resistencia a los antibióticos es un problema que provoca 700.000 muertes al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las resistencias bacterianas se producen a través de cambios genéticos que, por el momento, solo se habían estudiado en plásmidos, pequeñas moléculas de ADN que muchas bacterias intercambian en el proceso de conjugación.
En los virus también se puede producir resistencia a los antibióticos por cambios genéticos. Sin embargo, estas modificaciones no se han estudiado en profundidad a pesar de que son más abundantes y pueden facilitar la infección y posterior transferencia de genes de resistencia a las bacterias del ambiente.
El objetivo de la investigación fue determinar si los virus bacteriófagos pueden tener resistencia a los antibióticos y podrían contribuir a su diseminación. Para ello, estudiaron los viromas (genes de todos los virus en un determinado ambiente) en heces humanas y animales, así como de aguas marinas, superficiales y residuales.
Tras el análisis, los investigadores comprobaron que los bacteriófagos tienen gran variedad de genes de resistencia a los antibióticos, especialmente los que están en ambientes de agua dulce y marina, lo que implica una mayor dispersión en el medio ambiente. Además, en caso de que fuera transferido a bacterias patógenas se produciría un aumento de las resistencias bacterianas, con los problemas para la salud que ello implica.