Los investigadores ya habían descubierto, en estudios anteriores, que los ratones deficientes en el gen Nod2 desarrollan alteraciones en el intestino delgado que permiten una mayor colonización de la bacteria Bacteroides vulgatus. La infección crónica de estos ratones era restaurada, tanto la mucosidad como la morfología celular, mediante el helminto Trichurismuris, que ayuda a inhibir B. Vulgatus a través de las moléculas de señalización inmune, interleuquinas 4 y 13. Además, los parásitos promovieron la colonización de bacterias distintas, de la familia Clostridiales.
Para este estudio, publicado en Science, el equipo investigó sobre los efectos en seres humanos. La enfermedad inflamatoria intestinal es menos frecuente en aquellas zonas en las que la infección por helmintos es usual. Por ello, la investigación se centró en una población indígena de Malasia con una tasa alta de infección de parásitos intestinales, a la que se analizó muestras de heces antes y después de la eliminación de los parásitos.
Se observaron cambios en la composición de la microbiota intestinal tras el tratamiento con helmintos, con un aumento de Clostridiales y una disminución de Bacteroidales, lo que revela una relación simbiótica beneficiosa entre helminto y los seres humanos.