Un reloj inmune podría controlar infecciones y enfermedades cardiovasculares. Coordina los ciclos día/noche con la actividad de un tipo de leucocito denominado neutrófilo. Este hallazgo es llevado a cabo por investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
El reloj dicta cuando estas células deben ser activadas y cuando eliminadas de la circulación sanguínea. José María Adrover, primer autor del trabajo realizado por el grupo de CNIC de Andrés Hidalgo. Se publica en la revista Immunity. Informa de que exactamente se identifica “una serie de moléculas en el núcleo y la membrana de los neutrófilos. Responden a patrones diurnos de luz y oscuridad, y regulan su migración y ubicación dentro del organismo”.
Investigadores recalcan que contrariamente a lo que predica, el mundo no está dominado por los humanos sino por miles de billones de seres microscópicos (bacterias, hongos y virus) que están en todas partes. Son esenciales para la vida en el planeta y con los que necesariamente debemos convivir. Dicha convivencia se rompe cuando algunos de estos seres diminutos se introducen en la sangre y órganos y se convierten en patógenos que causan enfermedad y muerte.
Convivencia
El sistema inmune permite que esta convivencia sea pacífica al eliminar eficientemente los microorganismos que infectan al ser humano. No obstante, esto genera un problema porque a menudo la respuesta inmune es desproporcionada y daña a los tejidos sanos. Andrés Hidalgo explica que “esto es lo que ocurre durante el infarto de miocardio, el ictus o el daño pulmonar agudo”.
Señala que el dilema biológico es cómo controlar el sistema inmune. A su juicio sirve frente las infecciones, pero no cause daños colaterales al organismo. Una respuesta a este problema biológico es lo que presenta el grupo de Hidalgo. Lo que en el estudio que se publica en Immunity, y que puede tener importantes repercusiones en la salud.
Técnicas empleadas
Los autores utilizan técnicas genéticas en ratones combinadas con imagen microscópica de alta resolución en animales vivos. El objetivo: seguir el comportamiento de estos leucocitos en distintos momentos del día. En modelos animales de infarto, ictus e infecciones demuestra que la manipulación de este reloj altera de manera dramática la respuesta inmune.
“Los animales en los que manipulamos este reloj genéticamente de cierta manera se vuelven muy resistentes a infecciones. No obstante, son extremadamente sensibles a un infarto”, señala Alejandra Aroca, autora del estudio. Ella ha demostrado junto a su equipo de trabajo que un reloj inmune similar puede existir en humanos.
Esta observación no es trivial, debido a que la mayoría de las muertes en países desarrollados ocurre por este tipo de daños cardiovasculares. La gran mayoría de estos eventos clínicos ocurren a primera hora de la mañana, es decir, siguen un patrón circadiano. Se debe a que “observamos que, si eliminábamos el reloj en los neutrófilos de los ratones, entonces los patrones circadianos en la infección e infarto desaparecerían”, indica Adrover. “Es decir, durante el día de los neutrófilos causan más daño en caso de infarto, pero son más eficientes eliminando patógenos que invadan los tejidos. Si ahora somos capaces de controlar este reloj, podemos aprovechar este fenómeno en favor de los pacientes”.
Las implicaciones de este estudio pueden ser múltiples y de un alto valor clínico, debido a la alta prevalencia de infecciones y enfermedades cardiovasculares. Por ejemplo, destaca que “estamos buscando vías de manipular este reloj con fármacos para inducir un tipo de inmunidad diurna o nocturna, según interese a cada paciente”. Esta aproximación terapéutica podría ser válida para aquellas personas con riesgo de eventos cardiovasculares. También en pacientes inmunocomprometidos susceptibles a infecciones.