El programa consiste en una interfaz de pantalla táctil que muestra fotos y actividades dramáticas. Un total de 36 pacientes participaron en la investigación y fueron distribuidos en 3 grupos: uno experimental, otro de control y un tercero que recibió un tratamiento usual. Tras 20 sesiones de 90 minutos, el grupo experimental mejoró su capacidad de reconocer emociones y la velocidad de procesamiento en esta tarea frente a los demás participantes.
El autor principal del estudio, Jesús Antonio García Casal, ha explicado que “en el envejecimiento normal, se produce una pérdida en la capacidad de reconocer emociones negativas como el miedo, la ira y la tristeza”. En el caso de los pacientes con alzhéimer, esta pérdida es mayor, sobre todo para las emociones de baja intensidad, y se une al deterioro de las funciones cognitivas que les provoca la enfermedad.
Partiendo de esta situación, los investigadores decidieron investigar si la capacidad de reconocer emociones puede ser rehabilitada mediante un programa de tratamiento específico. El estudio se centró en 6 emociones básicas (alegría, tristeza, enfado, asco, miedo y sorpresa), además de la emoción neutra y la capacidad general para reconocerlas.
Tal y como señala el investigador principal, “las emociones más sensibles al tratamiento fueron el asco, la sorpresa y la expresión neutra”. La mejoría se mantuvo un mes después de finalizar el tratamiento, asegura. “Es la primera vez que se informa de un tratamiento rehabilitador del reconocimiento de emociones en personas con alzhéimer y los resultados abren una nueva línea de intervención”, concluye.
De confirmarse estos hallazgos en ensayos clínicos posteriores, este tipo de rehabilitación puede suponer importantes beneficios para la calidad de vida de estos pacientes, según los investigadores. “La dificultad en el reconocimiento de emociones puede provocar alteraciones en las relaciones interpersonales, ya que es clave para la comunicación no verbal y modula la interacción con el entorno social”, concluye García Casal.