Se calcula que la discapacidad visual afecta a unos 285 millones de personas a nivel mundial, de las cuales 32.700 son completamente invidentes y residen en algún país africano. Las patologías predominantes en Ruanda -cataratas, errores refractivos y tracoma- son prevenibles y evitables, pero siguen causando ceguera.
Un equipo del Ministerio de Salud de Ruanda ha investigado los motivos de esta tendencia con la colaboración de Fred Hollows Foundation (Australia), Christoffel Blinden Mission (Alemania) y la empresa Adlens Adjustable Focus Glasses (EE.UU.)
Según el estudio, publicado en el boletín de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mortalidad relacionada con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) ha caído en un 82% entre el año 2000 y el 2012. Aunque la calidad de vida ha aumentado, el 50% de la población vive aún en situación de pobreza.
Desde 2006 la población ruandesa ha llegado a alcanzar una media de 63 años de edad. Esto supone una discapacidad visual del 5,3% de la población mayor de 49 años, un 1,8% de ceguera y un 12% con presbicia o errores refractivos. Más del 80% de estos problemas serían tratables o evitables, pero la línea de pobreza no lo permite.
“Muchas personas, especialmente en zonas rurales, no son capaces de costear los servicios privados de oftalmología”, advierte Agnes Binagwaho, autor principal del trabajo, además, “la mayoría de los recursos están en Kigali, la capital, una situación que ha dado lugar a alianzas público-privadas con el objetivo de asegurar equidad en el acceso a los servicios”.
En este sentido, los investigadores destacan el plan nacional VISIÓN 2020 que se puso en marcha en 2002 y platea “acabar con la ceguera innecesaria”. Esta iniciativa supone la asociación de Ministerio de Salud ruandés con diversas organizaciones no gubernamentales y fondos privados.
Las alianzas se basan según el documento en 4 pilares: medición de la prevalencia y evaluación de los servicios; desarrollo de infraestructuras desarrollo de recursos humanos y mejorar la prestación de servicios, por ejemplo, distribuyendo gafas gratuitas o a un muy bajo coste. Igualmente se ha priorizado la equidad geográfica dentro del propio país.
“Aunque estas colaboraciones sin ánimo de lucro han ayudado a orquestar el desarrollo, parece que la demanda de servicios del cuidado de la vista sigue aumentando”, lamenta uno de los autores, “en 2014 la enfermedad ocular seguía siendo la segunda causa de consulta”. Este año, 2016, se llevará a cabo una nueva evaluación sobre la situación de la ceguera evitable.
Ante esta perspectiva, el estudio señala por ejemplo que, mientras la OMS ha fijado la meta en 2.000 operaciones anuales de cataratas por cada millón de habitantes, en Ruanda la cifra se situaba en 300 operaciones en el año 2007. “Aun así somos optimistas”, concluyen, “confiamos en que la continua colaboración proporcionará oportunidades para superar los desafíos restantes”.