Según informa la agencia EFE, un centenar precisa de una solución quirúrgica para un tumor maligno y el resto como recurso para paliar las consecuencias no deseadas de la tendencia de esta glándula a aumentar de tamaño a medida que el hombre envejece, lo que se conoce como la hiperplasia benigna de próstata (HPB).
Esta enfermedad se aprecia en el 20% de los hombres de entre 41 y 50 años, la mitad de los varones de 51 a 60 años y la mayoría de mayores de 90 años, tal y como ha señalado el jefe del servicio de Urología, Luis Calahorra. Esta prevalencia, unida a la del cáncer de próstata, llevó a instituir el 15 de septiembre como Día Europeo de la Salud Prostática para concienciar sobre la importancia de realizarse revisiones periódicas para prevenir e identificar las enfermedades de la glándula prostática.
En ese sentido, el especialista ha recordado que los síntomas de la HPB son la disminución de la fuerza y el calibre del chorro de orina, la necesidad de hacer fuerza para orinar, la micción intermitente, el goteo posmiccional, la sensación de vaciado incompleto, el aumento de frecuencia miccional, tanto de día como de noche, y las molestias o urgencia al orinar.
Con estos síntomas, ha señalado, lo recomendable es acudir a la consulta del médico de familia para hacer un diagnóstico inicial y, en función de su criterio, prescribir el tratamiento adecuado o en su caso, derivar al paciente al servicio de Urología. “La HBP no predispone a padecer un cáncer -ha matizado-. Son dos enfermedades distintas que pueden coexistir ya que ambas aumentan su incidencia con la edad”.
Al hilo, ha especificado que en ocasiones se diagnostica un tumor cuando se estudia un paciente con HPB, de ahí que se aconseje consultar a partir de cierta edad y, especialmente, cuando aparecen síntomas. Es aconsejable que los varones acudan a su médico de familia para una valoración inicial a partir de los 50 años, o antes si hay antecedentes familiares de primer grado.