La gran dificultad que supone recoger las muestras de orina de bebés y niños menores de 5 años, ha llevado a este grupo de científicos a desarrollar un método basado en los síntomas. Para ello, Alastair Hay, profesional de Atención Primaria y autor del paper, ha analizado los casos de más de 7.000 niños con infección en el aparato urinario.
Después de 3 años de seguimiento, el equipo ha conseguido hallar una regla clínica fiable. La fórmula, que ha sido publicada en la revista Annals of Family Medicine, tomó como variables las muestras de dolor o incomodidad del niño a la hora de miccionar, el mal olor de la orina, la existencia de alguna patología urinaria previa y la ausencia de tos severa o alguna enfermedad grave.
“Si están presentes tres o más de estos factores, sí va a merecer la pena hacer el esfuerzo para conseguir una muestra de orina”, explica Hay, “esperamos que esto reduzca la cantidad de tiempo y esfuerzo empleado por los médicos y enfermeras, disminuya los daños renales derivados de las infecciones de tracto urinario y sirva también para dirigir mejor la prescripción de antibióticos”, concluye el científico.
Christopher Butler, coautor del proyecto y también médico de familia destaca que “mientras la mayoría de estudios previos se han llevado a cabo en hospitales, donde las pruebas no siempre eran aplicables a las personas que consultan en Atención Primaria, éste estudio se ha llevado a cabo dentro de la propia especialidad”.
Se trata de un paso más para este equipo de científicos, que ya habían publicado recientemente en el British Journal of General Practice, una investigación sobre muestras de orina recogidas en almohadillas de pañal. Este método quedó desechado por unos altos índices de contaminación que podían aumentar tanto los falsos positivos como los falsos negativos.
En esa misma investigación también hallaron que las pruebas con cintas reactivas para la detección de glóbulos blancos, nitritos o trazas de sangre en la orina, eran aptas como indicadores de infección en el tracto urinario y podían ayudar a discernir sobre la prescripción de antibióticos.