El doctor Weihong Song, profesor de Psiquiatría de UBC (University of Brithish Columbia) apunta que, aunque el alzhéimer es claramente una enfermedad del cerebro, hay que prestar atención a todo el cuerpo para saber dónde se inicia y cómo tratarla. Esta nueva teoría ofrece una nueva esperanza para que futuras terapias farmacológicas sean capaces de detener o retrasar la enfermedad sin actuar directamente en el cerebro.
El doctor Song y el doctor Yan-Jiang Wang, profesor de Neurología en Third Military Medical University in Chongqing, China, han demostrado la existencia de una proteína relacionada con la enfermedad de Alzheimer mediante una técnica llamada parabiosis, según informan desde la Universidad de Columbia en una nota de prensa. La parabiosis consiste en unir 2 muestras quirúrgicamente de modo que compartan el mismo suministro de sangre durante unos meses.
Experimento con ratones
Para llevar a cabo este experimento, los científicos conectaron ratones sanos con ratones modificados portadores de un gen mutante que producía una alta cantidad de proteína betaamiloide, una proteína que en personas con alzhéimer se acumula en forma de grumos de modo que sofocan las células cerebrales.
El equipo se dio cuenta de que la proteína betaamiloide se pasó del cerebro de los ratones modificados a los cerebros de los ratones sanos, donde se acumuló y comenzó a provocar daños. Además de formar esos grumos en el cerebro, se vio alterada la función cerebral al enredarse las proteínas dentro de las células cerebrales.
"La barrera hematoencefálica se debilita a medida que envejecemos. Eso podría permitir que más cantidad de la proteína betaamiloide se infiltrase en el cerebro acelerando el deterioro", resumió Song.
Los ratones que solo se habían unido durante 4 meses también vieron afectada su memoria y la capacidad de transmitir señales eléctricas, funciones básicas de un cerebro sano. La proteína betaamiloide no solo se produce en el cerebro, también se encuentra en las plaquetas o vasos sanguíneos, pero hasta hoy no estaba claro si la procedente del cerebro contribuía al desarrollo del alzhéimer.
A partir de ahora, Weihong Song tienen en mente un fármaco capaz de unirse a la proteína betaamiloide en el organismo, de manera que se etiquete de un modo bioquímico y pueda eliminarse por el riñón o el hígado.