La ansiedad clínicamente significativa aumenta casi 3 veces el riesgo de demencias en las personas mayores. Es, al menos, lo que se deduce del estudio realizado por investigadores de la Universidad de Zaragoza. El informe está publicado en la prestigiosa revista de psiquiatría Acta Psychiatrica Scandinavica. Se trata de un proyecto llamado ZARADEMP. Proyecto que desde hace más de 20 años investiga la salud de los mayores de 55 años.
El proyecto recoge una muestra significativa de la población general de Zaragoza. En ella estudia las enfermedades más frecuentes. De todas, destacan el alzhéimer y las demencias vasculares. Estas representan una de las prioridades en la investigación médica internacional. La prioridad se debe por su frecuencia en los mayores, la discapacidad y dependencia que causan en las personas. Al mismo tiempo, la grave carga que pueden suponer para las familias y la sociedad en general.
Estudio
El estudio está elaborado por investigadores de los departamentos de Medicina Deportiva y Salud Pública, y de Medicina y Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza y miembros del CIBER de Salud Mental de la capital maña. El trabajo se ha realizado tomando una muestra de 4057 personas libres de demencia y deterioro cognitivo en la primera ola del proyecto (estudio base), cuyos supervivientes se volvieron a examinar en 2 nuevas olas del estudio, hasta los 4 años y medio.
En la ola base se identificaron 91 personas con ansiedad. De ellas, el 7,7% desarrollaron una demencia en el periodo de estudio. Por otro lado, en los individuos sin ansiedad, solo al 2,9% se le diagnosticó de demencia en el seguimiento. Esas cifras corresponden a tasas de incidencia de 20,2 % en los casos de ansiedad clínicamente significativa y de 7,28% en los individuos libres de ansiedad, lo que significa una tasa casi 3 veces superior en los primeros.
Riesgo de demencias
Se conocen diversos factores de riesgo de las demencias, sobre todo, la edad avanzada. También factores como los demográficos, diversas enfermedades médicas o el estado de salud general. Por lo tanto, tuvieron que ser controlados en el análisis estadístico. Tras ello, el análisis ajustado y multifactorial dio como resultado que el riesgo de demencias es 2,74 veces mayor en las personas con ansiedad clínicamente significativa en relación con las personas libres de ansiedad.
No obstante, este tema había sido abordado previamente en algunos estudios internacionales de grupos investigadores muy potentes. A diferencia de estudios previos, el trabajo de Zaragoza ha utilizado un modelo estadístico de “riesgos competitivos”, que minimiza la probabilidad de sobreestimar el riesgo de enfermedad en poblaciones con alto riesgo de mortalidad, como son los muy mayores.
Por estos avances tecnológicos y por la relevancia de los resultados, el Acta Psychiatrica Scandinavica dedica un editoria al trabajo de Zaragoza. También destaca que en contraposición a estudios previos centrados en síntomas de ansiedad, se estudia la ansiedad clínicamente significativa, la que requiere una intervención clínica y un tratamiento adecuado. Por otra parte, se descartaron en el primer estudio de base a todos los individuos que tenían un deterioro cognitivo por leve que fuese.
Asimismo, argumentan que la ansiedad documentada es un auténtico factor de riesgo. En contraposición con la manifestación prodrómica o premonitoria de una incipiente demencia, como defendían algunos estudios previos. Por último, subraya el editorial que la prueba casi definitiva de que la ansiedad es un factor de riesgo, que debería venir de un ensayo clínico, un estudio de intervención adecuadamente controlado, que pudiese documentar que el tratamiento con éxito de la ansiedad clínicamente significativa en los mayores, disminuye de hecho la incidencia de demencia.