Jennifer F. Hoy, autora principal del estudio, y su equipo, realizaron un seguimiento a 339 pacientes (26% mujeres, 80% de raza no blanca y con una edad media de 32 años) durante una media de 2,2 años. En todos ellos, las mediciones se llevaron a cabo mediante absorciometría de rayos X de doble energía en la columna lumbar y la cadera.
Los resultados, publicados en el Journal of Bone Mineral Research. revelaron un efecto negativo sobre la densidad mineral ósea en los 159 sujetos del grupo de tratamiento antirretroviral temprano. “Cuando se inicia el tratamiento antirretroviral, la pérdida ósea se acelera entre un 2 y un 4%; aunque este desgaste parece ralentizarse pasados los 2 primeros años de terapia”, explican los autores.
“Todas las directrices actuales de tratamiento de VIH recomiendan el inicio del tratamiento antirretroviral en el momento del diagnóstico, debido a la reducción del riesgo de resultados clínicos graves”, asumen. No obstante, aunque los beneficios generales de la terapia antirretroviral para la salud y para la prevención de la transmisión del VIH son innegables, el equipo defiende la necesidad de abordar este “efecto secundario” de la pérdida ósea.
“No existe ninguna cura para el VIH, por lo que el tratamiento antirretroviral es de por vida”, advierten. En un contexto de alto riesgo, la pérdida ósea puede ser un mal asumible, sin embargo, “a largo plazo puede suponer para el paciente de VIH un aumento en el riesgo de fracturas por fragilidad”, concluyen.