“Para lograr este objetivo no es necesario que la medicina de género sea una especialidad en sí misma, pero si es necesaria una integración transversal de la especialidad y sus competencias médicas con el fin de formar una cultura de hacerse cargo de la persona, teniendo en cuenta sus diferencias biológicas y funcionales, psicológicas, sociales y culturales”, explica.
El presidente de la Società Italiana di GastroReumatologia (SIGR), Vincenzo Bruzzese, ha apoyado la defensa de la medicina de género, especialmente en lo referente a enfermedades reumatológicas donde las diferencias entre hombres y mujeres son más evidentes. De hecho “el 80% de los pacientes con enfermedades autoinmunes son mujeres”, recuerda.
“El síndrome de Sjögren, el lupus eritematoso sistémico (LES), la enfermedad tiroidea autoinmune y la esclerodermia tienen una frecuencia entre 7 y 10 veces superior en mujeres que en hombres”, ejemplifica, “en el caso de la artritis reumatoide (AR), la miastenia o la esclerosis múltiple, la prevalencia es entre 2 y 3 veces mayor”.
Se trata de una reclamación que, según asegura la doctora Elena Ortona del ISS, cuenta también con el apoyo de la Food and Drug Administration (FDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas (ONU). “Estas organizaciones han estado considerando esta nueva disciplina y, recientemente, han alentado a promover el desarrollo de nuevas estrategias que tengan en cuenta las diferencias de sexo”.
Ortona considera que existe una tendencia hacia este tipo de medicina, ya que, “en los últimos 5 años se han publicado cerca de 5.000 trabajos de biología clínica y experimental sobre este tema”, asegura la experta, quien señala además la llegada al mercado de medios especializados como The Italian Journal of Gender Specific Medicine o Biology of Sex Differences.
En este sentido, señala, también se han creado nuevas instituciones interesadas en la materia, como el Berlin Institute of Gender in Medicine y el Center for Gender Based Biology. Aun así, interviene Bruzzese, “todavía hay mucho que hacer”, especialmente teniendo en cuenta que, entre 1997 y el año 2000 se han retirado del mercado numerosos medicamente reumatológicos que, en realidad, causaban efectos adversos graves entre la población femenina.