En el acto, organizado por la Sociedad Española de Reumatología (SER), la especialista del Hospital Universitario Clínic de Barcelona ha recordado que, hasta la fecha, la adicción al tabaco es el factor ambiental de mayor peso en esta patología, cuyo aumento de riesgo perdura hasta varios años tras dejar el hábito.
“Múltiples estudios han confirmado un significativo aumento del riesgo de desarrollar artritis reumatoide en fumadores, y este riesgo se incrementa en relación con el tiempo de exposición al tabaco y su intensidad”, constata la experta en una nota de prensa.
En esta misma línea, se ha observado que, “una vez establecida la enfermedad, los pacientes fumadores con AR suelen tener una peor respuesta a los tratamientos antirreumáticos, tienen niveles más elevados de mediadores de inflamación y una artritis más activa, así como una mayor frecuencia de manifestaciones extrarticulares de la enfermedad”, ejemplifica.
Por otro lado, las investigaciones han concluido que la infección crónica por Porfiromona gingivalis, se asocia con un mayor riesgo de desarrollar AR y que, los pacientes de esta enfermedad tienen, en general, mayores índices de obesidad -sobre todo abdominal- que el resto de la población. Además, “una vez establecida la enfermedad, la obesidad constituye una importante comorbilidad”, matiza Ruiz-Esquide.
“Otra comorbilidad importante relacionada con esta enfermedad es la osteoporosis y, menos frecuente pero también muy importante, es la enfermedad pulmonar asociada a la artritis reumatoide”, apunta la reumatóloga. Así mismo, “los pacientes con AR tienen mayor riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular, por lo que, a modo preventivo, deben ser más estrictos en el control de ciertos la hipertensión arterial, la dislipemia y la diabetes”, recomienda.