La publicación, a cargo de la investigadora Jenna Goesling, ha indagado acerca de los patrones de uso a largo plazo de medicamentos opioides tras las cirugías de reemplazo de articulación , ya que esta medicina suele recetarse para mitigar el dolor tras la intervención traumatológica.
El equipo ha realizado un seguimiento a 574 pacientes sometidos a artroplastia de cadera y rodilla a lo largo de 1, 3 y 6 meses. De este grupo, el 30% ya consumía la sustancia en dosis altas antes de la cirugía -más de 60 miligramos de morfina al día por vía oral-.
A los 6 meses de la operación, el 80% de este grupo mantenía el uso de opioides, mientras que los pacientes que no lo consumían antes de la intervención presentaron porcentajes de adicción mucho más bajos, aunque significativos a la hora de convertirse en consumidores crónicos.
Goesling también ha indicado que los pacientes que sentían dolor intenso, general o articular, el día exacto de la artroplastia, reportaron un uso persistente del fármaco pasado medio año. Lo mismo sucedió en pacientes con una puntuación alta en la escala de catastrofismo de dolor: los individuos con respuestas más exageradas consumían más incluso que los pacientes depresivos.
Por otro lado, el estudio ha desmentido que la mejora en los síntomas de dolor reduzca las probabilidades de consumo de opioides tras la cirugía. "Nuestra hipótesis es que siguen utilizando opioides debido a la sensación de dolor en otras zonas del cuerpo o la dependencia terapéutica”, según recoge la revista Pain.
“Un buen objetivo a largo plazo sería desarrollar intervenciones de ayuda para el cese de la medicación con opioides tras los reemplazos de cadera y rodilla”, han propuesto los investigadores.