Según refiere el presente estudio, investigaciones anteriores sobre el tema han demostrado que la violencia es común en el embarazo, incluso en relaciones en las que previamente no se habían producido incidentes. Los traumatismos por accidente o ataque -incluyendo golpes, apuñalamientos o heridas por arma de fuego- provocan complicaciones en una de cada 12 gestaciones que, en muchos casos, acaban derivando en la muerte de la madre.
Con estos antecedentes, la ginecóloga Neha Deshpande, autora principal del estudio, ha realizado el primer análisis a nivel estatal sobre los efectos del traumatismo violento en la mortalidad materna. Para ello Deshpande y su equipo analizaron los datos de casi 45.000 casos de traumatismos de mujeres en edad fértil (entre los 14 y los 49 años), obtenidos a partir de la base de datos Pennsylvania Trauma Outcomes Study.
Tras el análisis, los autores hallaron que, por regla general, las lesiones eran más leves entre las embarazadas que entre las víctimas de traumatismo no encintas. Sin embargo, y pese a la menor gravedad de sus heridas, las futuras madres tenían casi el doble de posibilidades de llegar muertas al hospital, o fallecer durante la intervención. Los traumatismos relacionados con asaltos eran hasta 3 veces más letales que los causados por un accidente.
Además, tal como señala el estudio, tras sufrir una agresión, las mujeres embarazadas presentan 4,4 veces más probabilidades de requerir un traslado a un centro especializado en obstetricia. “A pesar de la gravedad del problema, a nivel estatal y nacional, los traumatismos en mujeres embarazadas quedan excluidos de los estudios sobre mortalidad materna”, advierte Deshpande en una nota de prensa de la universidad.
“Es difícil medir con precisión el alcance de las muertes por traumatismo, ya que la definición típica de mortalidad materna incluye solo las causas directamente relacionadas con el embarazo”, justifica la directora del trabajo y profesora asistente de Obstetricia y Ginecología, Corina M. Oxford. No obstante, “nuestro estudio sugiere que se trata de un problema generalizado que requiere una mayor atención para asegurar que estas mujeres y sus bebés están siendo debidamente atendidos”, defiende.
Por todo ello, el trabajo presentado durante el American Congress of Obstetricians & Gynecologists (ACOG) Annual Clinical and Scientific Meeting, sugiere que “el cribado generalizado de la violencia durante la gestación puede proporcionar una oportunidad para identificar mujeres con riesgo de muerte durante su embarazo”, especialmente los grupos vulnerables como minorías o familias sin seguro médico.
Este mismo estudio, galardonado con el Premio León Israel de la Obstetrical Society of Philadelphia, demuestra que, aproximadamente, una de cada 5 mujeres embarazadas sufre una enfermedad mental o acude al hospital tras un intento de suicidio; por lo que “el cribado universal para violencia o enfermedad mental en mujeres embarazadas debería realizarse de forma similar a los de detección de depresión posparto”.