Tal como recoge la publicación Journal of Motor Behaviour, los investigadores observaron la marcha de 22 voluntarios adultos sanos mientras caminaban por una pasarela mecánica utilizando sus dispositivos móviles. De esta manera, pudieron comprobar conductas anormales como “ralentizar la marcha para después ampliar la distancia de los pasos”, ejemplifica la doctora Lara Castagnetti.
No obstante, “los riesgos para el tren inferior sin mínimos comparados con la parte superior del tronco, que puede resentirse más”, explica la especialista en Medicina Física y Rehabilitación del Humanitas Research Hospital, en declaraciones al medio italiano Corriere della Sera. Uno de los daños más frecuentes se produce por el hábito de ir con la cabeza gacha.
“La musculatura se contrae y los tendones de la espalda tienen menos espacio y una peor disposición para moverse, tanto que el individuo acaba adoptando una actitud cifótica casi sin darse cuenta”, explica Castagnetti, quien advierte que las manos también sufren estrés tecnológico, especialmente los pulgares.
Por otro lado, la especialista llama la atención sobre lo que ha denominado tech neck o cuello tecnológico, un vicio postural que crea tensión y sensación de carga sobre los hombros y el cuello y que puede desarrollarse en cefaleas, fatiga e, incluso, espasmos musculares.
Para evitar esta dolencia “es preferible esperar a estar sentado para utilizar el dispositivo”, advierte. E incluso así, sería necesario mantener la pantalla a la altura de los ojos para no encorvarse, realizar pausas en el uso del dispositivo y ejercicios para mantener un cuello fuerte “a prueba” de tecnología. En este sentido, “un cuello más flexible es un cuello más sano”, sentencia la experta.
La Washington State University ha querido ir un paso más allá, estudiando también la biomecánica del cuello y la cabeza en los sujetos que utilizan el smartphone en posición de tumbados. El paper, publicado en la revista Ergonomist reunió a 33 estudiantes universitarios a los que el equipo observó mientras leían tumbados, entre 3 y 5 minutos, en un dispositivo digital.
Los científicos concluyeron que la mayoría de los sujetos tendían a colocar la tablet sobre sus muslos o sobre una superficie dura, por ejemplo, un libro. Los individuos del primer grupo se encorvaban aún más que en otras posiciones, mientras los segundos tendían a agachar solamente la cabeza.
Una buena solución para aquellos que quieran utilizar sus teléfonos en la cama sería contar con un atril o utilizar las propias fundas de los móviles, que muchas veces vienen diseñadas para ejercer dicha función de apoyo, tal como recomienda la rehabilitadora.